Pedro J. Ramírez, director del diario “El Mundo”, a buen seguro que no sabiendo cómo explicar a los italianos la ruinosa situación de una Unidad Editorial que al parecer no puede pagar ni los intereses de su deuda y porque con esto de la quiebra a la que nos ha llevado José Luis Rodríguez Zapatero no va a haber dinero de los españoles para mantener los chiringuitos de las editoras de prensa como éstas pretendían, ha decidido ya cuál será la nueva víctima a esquilmar: Google.
En una entrevista pide por toda la cara participar, porque él lo vale, en los beneficios del buscador norteamericano, al cual califica de «parásito sofisticado». No voy a entrar en la publicidad institucional, las suscripciones de las administraciones a la prensa y demás zarandajas millonarias que nos permitirían contestar con un “parásito tú” a quien el insulto profiere. El caso es que sus declaraciones dejan claro que este señor no sabe qué es Internet. Tampoco creo que le importe mucho. Lo que importa es la pela, el euro, el dólar. De ese desconocimiento o pasotismo ha surgido posiblemente Orbyt, llamado a fracasar porque ya me dirán a quién le interesa pagar una pasta al año por obtener algo que ya tenemos gratis en la red, más la hemeroteca de “mi periódico”.
Internet, Pedro José, se basa en los enlaces. En esos enlaces que González-Sinde y tú pretendéis criminalizar. Ahora se entiende cómo tú, tan crítico con el CAC en Cataluña y para la prensa escrita, saliste en apoyo de la Ministra de Cultura cuando ésta perpetró con la complicidad de la ruinosa Elena Salgado con nocturnidad y alevosía la totalitaria LES, que no es más que el CAC, corregido y aumentado, a medida de la red.
“Google no puede prescindir de los contenidos de los principales periódicos españoles” le dice en la entrevista el mosquito al elefante. Pues bien, yo pediría a quien corresponda en Google que anunciase que el buscador dejará de indexar los contenidos de elmundo.es. ¡Habría que leer entonces al señor de los tirantes! Y es que quien en estos momentos no está en Google, sencillamente, no existe. Tal es la realidad: El Mundo necesita a Google.
Pero no se crean que lo del director de “El Mundo” sea sólo cosa suya. En este plan de saqueo están, además del telefónico César Alierta, los de las editoras de medios ruinosas, que son casi todas. Viendo a ver por dónde sacan lo que el mercado, o sea los lectores, les niegan.
El problema no es que esta gente no reconozca que su modelo de negocio se ha quedado obsoleto y que tiene que renovarse o morir aunque dicha renovación pase por renunciar a buena parte de la plantilla o a tener periódico en la calle. Que tomen nota de medios norteamericanos que han cerrado sus ediciones en papel y se pueden leer sólo en su versión digital. Ni siquiera el problema es que Pedro J. y sus compañeros de ruina pretendan quedarse con parte de los beneficios de Google porque se nieguen a remozar su modelo de gestión o porque no entiendan los cambios que ya se han producido y que se los llevará si siguen así, es cuestión de tiempo, inexorablemente por delante.
El problema democrático surgiría con toda su fuerza si el gobierno, y ya conocemos las pulsiones totalitarias del cejitas, metiese su impertinente nariz en donde nadie lo llama y apoyase este atraco, legislando para obligar a Google a pagar un impuesto revolucionario sencillamente por existir. Como sería también un grave problema de libertad que el gobierno, amparándose en esa infeliz expresión de “neutralidad en la red”, legislase para que las operadoras no tuvieran libertad para discriminar paquetes de bits e impusiese las tesis de los agentes de Internet como Google y Yahoo, tal y como pretenden los socialistas useños, a quienes la Justicia acaba de pegar un soberano tortazo con la sentencia Comcast.
El problema, sea éste que el gobierno legisle a favor de la petición de Pedro J. o de la tesis defendida por el profesor Enrique Dans, es siempre el mismo: la intervención del gobierno, el maldito y ruinoso socialismo.