“Tan sólo seis meses después son ya sólo unos centenares de radicales de extrema izquierda los que acuden a la llamada de la organización sin organización ni cabeza”
Empezó el pasado 15 de mayo como movimiento que recogía la enorme desafección entre la ciudadanía y la clase política así como el hartazgo patrio hacia el decadente sistema. Consiguieron, ni ellos se lo esperaban, sacar a la calle a miles de ciudadanos biempensantes de todas las ideologías. Engañaron a muchos miles que pensaron que por fin la sociedad civil despertaba. Por eso salieron a la calle a denunciar la cada día más evidente falta de democracia. Desconocían que parte de la cartelería utilizada en el acto bien poco tenía de improvisada. En la sede de las Juventudes Comunistas de Rivas-Vaciamadrid algo saben del asunto. Los círculos chavistas en España hacía tiempo que sabían de la fecha de la manifestación. La potente y cuidada página web de Democracia Real Ya tenía, qué casualidad, como webmaster a un ex de Izquierda Unida
Inmediatamente después de la exitosa manifestación, restaba una semana para las elecciones, llegaron la “okupación” de Sol (sede del gobierno regional de Esperanza Aguirre) y tantas otras plazas de España, el desprecio por la Ley, el asalto al Carrefour murciano, la agresión contra el diputado invidente de CiU y hasta las clases de reiki en forma de comisión del flipe. Después llegó la simbiosis con la nada pedagógica y sí muy politizada marea verde pro-LOGSE. Siempre presentes los tediosos y habituales mantras antiliberales. También las estatistas y deslavazadas propuestas que son algo así como combatir el fuego de la crisis del sistema de economía mixta con gasolina socialista. Un pan como unas tortas. La cosa acabó como tenía que acabar algo tan caótico: en una monumental bronca interna entre acusaciones de quintacolumnismo contra casi todos. Ni liderazgo ni propuestas. La nada.
Los partidos, el PSOE a la cabeza e IU, Equo, Ciudadanos y UPyD detrás, se pusieron a hacerles guiños. La pelota, vamos. Salía y sigue saliendo barato. El PP, sin embargo, se percató que ellos no tenían nada que hacer con los indignados de esa filfa intelectual posmarxista apellidada Hessel.Paris Hilton e incluso Dinio García se apuntaron a la moda. Porque eso es lo que ha sido el 15-M: una más de tantas modas efímeras.
Apenas quedan quienes prefieren soñar con que el movimiento en cuestión traerá la libertad política. Algunos justifican la barbarie apelando, como siempre, a lo de que la intención es lo que cuenta. Otros piensan que podrán arrimar el ascua a su sardina.
Tan sólo seis meses después son ya sólo unos centenares de radicales de extrema izquierda los que acuden a la llamada de la organización sin organización ni cabeza. Llamada efectuada a través de las redes sociales y amplificada por los medios de comunicación. Y es que la mayoría de los que en un primer momento apoyaron el movimiento ya han percibido que son los de la secta liberticida de siempre. Lo que no quiere decir que la desafección hacia la clase política haya desaparecido. Va en aumento.
Avisan los indignados que no reconocerán el resultado electoral que salga de las urnas el próximo 20 de noviembre. “No nos representan”, corean insinuando que ellos, salidos de la mugre intelectual y no de las urnas, representan algo o a alguien. Toda una muestra de falta de respeto hacia los españoles. Del socialismo real pasado por La Noria poco más se puede esperar.
Quería anotar algo que pasa siempre desapercibido. Se llama 15M por una manifestación de tipo antisistema que se convocó para el domingo 15 de mayo de 2011. El lema era algo así como: «Sin futuro, sin dinero, sin trabajo, SIN MIEDO».
Había un ribete de extrema izquierda, más o menos claro. El problema estuvo en la manera como discurrió la manifestación: de forma violenta. La policía hubo de intervenir y detener a varios camorristas que habían quemado y roto algún que otro cajero, marquesina, cabina telefónica, etc.
Para protestar por esas detenciones, Willy Toledo y otra gente de su cuerda organizaron una sentada en Sol. Venían a decir que ellos, y no el Estado, tienen el monopolio de la violencia. Y a partir de ese momento, se montó la acampada de Sol. Es decir, que el punto de arranque no es otro que negar el Estado de Derecho.
Mal comienzo.
A partir de aquí, junto con Willy Toledo («viva el comandante Castro») aparecieron gente de IU y asimilables que, por problemas de afinidades personales, hacía tiempo que no rascaban bola en el partido. Me refiero a la «lideresa» del asalto a la capilla de la Complutense en el campus de Somosaguas, o a Jorge García Castaño (diputado autonómico en Madrid por IU en 2003). O al blogger de Izquierda Andaluza que meses antes había contratado el dominio «democraciarealya» o parecido.
Me tomé la molestia de pasarme dos y tres veces por Sol. Las consignas eran las de esperar: abajo la Iglesia, abajo la propiedad privada, abajo las empresas y los bancos, más Estado, menos libertad personal, etc.