“Las obsesiones de diván de los hijos del régimen no me interesan. Y como a mí, a muchos.”
Menuda traca de fin de mandato nos reservaba el gobierno de los cinco millones de parados. Ni qué decir tiene que el fin que persigue es dejar una mina más, en todo un campo minado, al entrante gobierno del Partido Popular. Parece ser que la solución a la crisis económica, moral y política que asola España después de ocho gloriosos años de socialismo pasa, tócate las napias, por desenterrar el cadáver del dictador Francisco Franco y convertir el Valle de los Caídos en un parque temático para horteras.
Me aburren. Mucho. Cuando murió el dictador una no estaba ni en primaria. Las obsesiones de diván de los hijos del régimen no me interesan. Y como a mí, a muchos. Basta con ver el “tirón” electoral que ha tenido la idea zapaterina de convocar las elecciones un 20-N. Fracaso absoluto, aunque el choteo que hay con el fallecimiento político de Rodríguez Zapatero el mismo día en que se produjo el hecho biológico de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera es enorme. Algunas esquelas que corren por la red resultan demoledoras.
El caso es que, por eso de su “rigor” y “solvencia”, dicen los más cachondos del foro que el dictamen encargado por los expertos designados por el gobierno lo mismo lo fue al Instituto Nóos. Ya saben, el de Urdangarín y los plagios de internet a precio de oro. Porque resulta que en opinión de juristas de reconocida solvencia la chapuza de los “expertos” es antológica.
La realidad, se pongan como se pongan, es que la basílica es desde hace ya décadas monumento de reconciliación entre españoles. Que es justo lo que no quieren los desenterradores. “Nos conviene que haya tensión”, le decía ZP a Iñaki Gabilondo. “Pelea” pedía Rubalcaba. En eso andan. Los más frikis, que son los nacionalistas vascos por boca de Iñaki Anasagasti, incluso pidieron dinamitar cual talibanes afganos las estatuas budistas, el Valle. Debe ser para intentar borrar de la historia la traición del PNV al bando republicano y su negociación con los nacionales vía Mussolini en septiembre de 1936 y enero de 1937.
En fin, mientras aquí se debate qué hacer con los restos de un dictador fallecido hace décadas, el paro en la Alemania de la fracasada Angela Merkel sigue descendiendo. En un país con más de 82 millones de habitantes el número de parados es de 2.713.000, lo que representa una tasa de paro del 6,4%. Las grandes empresas y corporaciones internacionales europeas se preparan, avisa Financial Times, para un escenario no muy lejano de ruptura del Euro. El teutón presidente del Institut für Makroökonomie und Konjunkturforschung (IMK), Gustav Horn, cree que a la moneda de la UE le quedan, si no se toman las medidas adecuadas, entre tres y seis meses de existencia. En España, Valle para arriba, Franco para abajo.
Sin duda, por tener un gobierno que se pasa el día perdiendo el tiempo con cuestiones frentistas como ésta, tan alejada de los problemas reales de los ciudadanos, es por lo que muchos han cambiado en estas últimas elecciones el sentido de su voto. Por eso y por aburrimiento. Pesados.
Tampoco es que le quede mucho ya. Entre la (presunta) muerte de la Gaceta y el temita del Valle (ese siempre freudiano «matar al padre») les quedan pocos petardos que tirar. Puede que alguno hasta les explote en la mano.
Son pesadísimos. Lo malo es que aún haya quien les haga caso en lugar de mandarlos al diván.