
“No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres”. Quien pronunció esta frase es la ministra Celaá, actual titular de la cartera de Educación. La misma persona que está amenazando actualmente con la fiscalía, en plena pandemia, a los padres que han decidido no enviar a sus hijos a las aulas por miedo al contagio. Algo bastante sensato, teniendo en cuenta que al frente de la tragedia está Fernando Simón, que es algo así como la caricatura venezolana de Christian Drosten, virólogo jefe de la Charité de Berlín.
Mientras el mundo libre se estremece ante el horror que estamos viviendo estos últimos meses, para los totalitarios el Covid-19 representa una gran oportunidad para imponernos su forma de vivir y pensar. Explicaba ya a comienzos de siglos la docente Mercedes Ruiz Paz (“La secta pedagógica”, Ed. Unison, 2003), que “la legislación educativa ha promocionado la ignorancia, creado programas de estudio cada vez más carentes de contenidos culturales relevantes y regalado el aprobado”. Detrás de esa concepción de la tragedia como oportunidad política se esconde el modelo socialista de sometimiento de las mentes, implementado en su día vía LODE por el PSOE: no es libre quien acude al colegio a que le digan lo que tiene que pensar, sino aquél que desarrolla un elevado espíritu crítico. Es decir, que le enseñan a pensar.
Una vez alcanzada la meta de destruir la excelencia y la meritocracia, solo queda hacer realidad el sueño soviético: que los niños sean del Estado. De ahí la destrucción, llevada a cabo sistemáticamente, de la autorictas del docente y de los padres, la transversalidad de las bioideologías en la enseñanza o la desaparición de los programas educativos de asignaturas fundamentales para entender el mundo como la filosofía, el arte, el latín y la historia, asignaturas de las cuales apenas quedan vestigios. Un desastre en un mundo cada vez más globalizado, en donde los jóvenes tienen que competir con sus homólogos de Singapur, Nueva York o Múnich.
Celaá, algo así como las suegras malvadas que se entrometen en la vida de las parejas y acaban destrozando todo lo que tocan, no es más que una vuelta de tuerca al sistema educativo socialista que hemos venido sufriendo, sin solución de continuidad desde los años noventa. Ahora se han propuesto apropiarse de tus hijos por completo. Es el sueño totalitario.
Publicado en Sierra de Madrid, septiembre de 2020