Twitter y el pánico de la izquierda.

Pánico en la izquierda. El dueño de Tesla y SpaceX se ha hecho con el control de Twitter. Y ha comenzado por hacer lo que suelen hacer los magnates cuando se hacen con el control de una empresa que va mal: despedir a la dirección que la ha llevado a esa situación. Luego ha efectuado un recorte de personal del 50%, que afectará también a los empleados de la filial irlandesa de la empresa radicada en Madrid.

Lo curioso de toda esta cuestión es el miedo de los censores a que la libertad de expresión vuelva a trinar, como hacía en sus comienzos, en la red del pajarito azul. Tiempos en que se podían mantener conversaciones sin miedo a ser expulsado por un logaritmo nada inteligente y un sectarismo atroz. Tiempos en que la mayoría no eran bots, trolls y personas que confunden conocimiento con opinión. Al fin y al cabo, Twitter, el máximo exponente del odio a la meritocracia, es la red en la que tienen hueco gentes como Nicolás Maduro pero no Donald Trump. El norteamericano ya ha advertido que no piensa volver. Da lo mismo. El caso es el sesgo de la red, su falta de credibilidad. Personalmente, hace tiempo que, como experta en esto de lo digital, Twitter ha dejado de interesarme. Lo único que aún me mantiene en la red es la creatividad de algunos usuarios, brillantes, que exponen ideas en dicha red.

En España gentes con miles de seguidores como Pastrana han visto suspendida sus cuentas por motivos harto inocentes, que no darían ni siquiera para un chascarrillo en la barra del bar del pueblo. Algo que ya sucedía en 2018. Hay quien acusa de ello a un grupo organizado de extrema izquierda en Telegram “llamado Red Bird Tw”, que recuerda no poco al en las redes conocido como Facuogate. Y no toda la responsabilidad puede recaer en el algoritmo. Guadalupe Sánchez, abogada, ha emprendido una batalla muy interesante contra Twitter. Y es que es impresentable que te puedan suspender la cuenta, sin trámite de audiencia y acusándote de cometer conductas recogidas en el código penal. ¿Alguna vez el Congreso español se planteará hacer decidir a Twitter si quiere ser un medio de comunicación o un medio de distribución? Si editorializa, que se responsabilice del contenido vertido por sus usuarios. Ese es el asunto.

La realidad es que actualmente Twitter es una red social que, debido a su cultura empresarial y a la mala gestión de sus directivos, como ha llegado a reconocer el mismísimo Jack Dorsey, está cayendo en número de usuarios. Los millenials han buscado otros horizontes. La Generación Z ni está ni se la espera. Vamos, que es una red demodé.

En España redes sociales como Whatsapp, Facebook, Instagram o TikTok tienen muchos más seguidores que la red de los trinos. Twitter es una red que desde hace unos años nada aporta al centro derecha (cuyos usuarios están en Facebook e Instagram) y que solo sirve para acabar en los medios de extrema izquierda haciendo la delicia de los totalitarios.  

El informe digital publicado por Hootsuite para el año 2022 pone de manifiesto tal cuestión. Instagram es usado por un 71,7% de los internautas que utilizan redes sociales, mientras que Twitter se queda en un mísero 46,7% (bots incluidos). En número de usuarios en España los mejores años para esta red fueron 2017 y 2018, cuando alcanzó la nada despreciable cifra de 4.900.000 de ellos. En 2021, y pese a una ligera subida con respecto a 2021, Twitter tiene 4.200.000 usuarios. Contando las cuentas falsas. Solo 3.877 usuarios contaban en 2021 con el check azul que ahora puede comprarse por 8 dólares en varios países, lo que ha creado un problema a Musk que se deberá de resolver.

Elon Musk tiene un arduo trabajo por delante. Twitter ha sido hasta ahora una gran oportunidad perdida. Una red que ha llegado a niveles de influencia mundial enormes y que, sin embargo, no arroja beneficios para sus dueños, debido a una gestión negligente. Cosas de la cultura woke de Silicon Valley. Quizá la idea de Musk de convertirlo en el WeChat occidental no sea nada descabellada. Tiempo habrá de analizarlo.

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